miércoles, 3 de julio de 2013

Walpurgis Nacht!

Las cosas y sus sentidos...

Si algo he logrado entender de mi misma en los últimos tiempos, es que me cuesta cada vez más hacer cosas que no sienta conectadas a mi contexto. Sea cual sea: geográfico, temporal, doméstico, emocional... no le encuentro mucho sentido a esas tareas que no puedo vincular con lo que me está pasando. Antropocéntrica. Super renacentista, pues (o es ego y ya).

"Edúcame, plis" nació de una crisis contextual. De una necesidad genuina de darle forma a la gelatina que tengo en la cabeza y cada libro en el proyecto responde a esa necesidad. Todo está conectado.

Las conexiones no tienen que ser obvias, si no más bien orgánicas. No es que me ponga una gorguera leyendo a Shakespeare o una toga leyendo a Homero.

En el caso de Rayuela, este fue un libro que se convirtió en un reto en un momento complicado. Y quizá por eso me ha costado tanto terminarlo y es a raticos donde me logra fascinar. Más allá de su complejidad, no se me ha hecho fácil encontrar la relación entre lo que me cuenta Cortázar con este día a día complicado con el que he tenido que lidiar desde hace ya cuatro meses. Creo que fundamentalmente, porque hace falta cierto sosiego con el que temo no contar por el momento.

NOTA: Rayuela continúa ahí, pero metiéndole menos presión al asunto porque #asinosepuede.

Hoy, dentro de lo fascinante de lo complicado, tuve una revelación.

Hace cuatro meses mi papá sufrió un ACV. La mejoría ha sido increíble pero obviamente todas las rutinas, los sentidos, las relaciones, los silencios, todo se trastocó. Me he replanteado mil cosas, desde mis gustos hasta mis propósitos. Estando tan presente la circunstancia es difícil no buscar asociaciones y sentido a todas las cosas. Lo único que no me he replanteado es "Edúcame, plis".

Una parte importante de la recuperación de mi papá tiene que ver con las terapias de lenguaje, y una parte importante de esas terapias es promover en la medida de lo posible, la lectura. Por lo cual, me he visto a mi misma de forma espontánea, leyéndole a mi papá, particularmente el tipo de literatura que siempre le apasionó: la macabra.

Abriendo y cerrando La historia de la fealdad de Umberto Eco y saltando del apocalipsis a lo obsceno,  hemos jugado a nuestra propia Rayuela. No nos va mal. Y hoy, para variar, me lanzó en frente un Drácula mal parado que andaba por la cocina. Leímos el primer capítulo con los ojos pelaos.

De inmediato la asociación automática dadora de sentido me hablo clarísimo: el próximo libro es Drácula de Bram Stoker y el gran bono es poder compartirlo con el Sr. Lizardo y registrar todo lo que pase en esta terapia para dos.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Re-leído hoy, mejoría a PTT.

Unknown dijo...

Re-leído hoy, mejoría a PTT.