martes, 24 de febrero de 2015

juntos en esto de ser problema.


La noticia aparecía en un recuadro en mi feed de Facebook, seguida de una lista de fotos de celebridades bañadas con luz azul, diez momentos "WTF" de los Oscar, alguien poniéndose nostálgico con un video de los 90 y los mejores vestidos de la Semana de la Moda en NY.

Un niño de 14 años había sido asesinado por un oficial de la PNB en una manifestación en el Táchira. Catorce años. Yo a los catorce años estaba con mi novio del colegio, con mi injustificada pero divertida rebeldía punketa, con mis ruedos largos. Fue lo primero que pensé.

He criticado siempre esta frase tan de moda en la coyuntura: "Nos estamos acostumbrando". Me parece que no asume responsabilidad personal, que mete a media población en un saco con una suerte de superioridad ecuménica. No me parece útil ni sincera. Nunca parte de un reconocimiento propio del que vive este país, pareciera que al decirlo, la persona se suspendiera por los aires, hace tres juicios pendejos y baja de nuevo.

La desconfianza en los medios tradicionales por el sesgo y la misma desconfianza por la información difusa de las redes, hizo callo en la mente de muchas personas que deben transitar las calles de este país todos los días. Y ahora formamos parte de una realidad virtual rara, de una masa amorfa de datos, que pocas veces comprobamos. Y cuando sí los logramos comprobar, los metemos en la mochila y seguimos pateando calle, porque hay que seguirla pateando para cambiarla. 

Me enteré sobre Kliver Roa por suerte. Y de los cinco estudiantes, me enteré por un comentario de un amigo en Twitter. Me enteré por ser parte de una generación con nuevos medios, por tener la habilidad para manejarme en ellos.  Mi mamá, por ejemplo, quien no maneja Facebook, no sabía nada. Me vi a mí misma en veinte minutos hablando de otra cosa. Abriendo otros links, teniendo una ligera amnesia que no pedí, que a veces funcionaba para hacer llevadero el día a día. Me vi a mi misma olvidando todo en horas.

De repente fui consciente de que era sin quererlo, parte del problema. Y que como problema, tenía que seguir tratando de resolverme.