martes, 7 de julio de 2015

trampolín 1.

Me hice grande cuando perdí las ganas de ficcionarme y el miedo a no tener historias que contar.

Me agotaba la necesidad de presentarme como alguien más interesante, más cómica, más elocuente. Con más experiencias y más frases.

Fui buena elaborándome. Funcionó; tanto, que ser quien pensé que era se convirtió en una responsabilidad, en un deber, no serlo implicaba demoler una estatua, una que yo misma construí a punta de "suspicacias".

No podía derribarme a "mi misma", ¿cómo se supone que lo haría? Más fácil era desparecer.

Ansié muchas veces que alguien me dijera que no hacía falta tanto trabajo.

Hasta que un día, no me tomó tanto tiempo elegir qué ponerme, ni qué tweet enviar. Un día no conté historias, no saqué fotos. Empecé a viajar sin relatarlo, a conocer gente diferente sin publicitarme como tolerante.Y así fue.

Me hice grande cuando dejé de buscar el escándalo donde no se me perdía. Dejé de emborracharme sin ganas, dejé de ceder ante la versión de mi misma que me señalaba. Dejé de salir cada viernes en búsqueda de nada. Dejé de obligarme a las seducciones. Dejé de intentar hacer memorable todo, cada fiesta, cada chico, cada encuentro. Dejé de alardear sobre esos encuentros, dejé de añadir números a la lista, dejé de pensarme menos audaz por mi cantidad.


Esta persona sin respuesta constante, sin el punch-line ni la referencia, esta persona así, sin astutas defensas, sin lecciones que enseñar, soy yo.