martes, 19 de febrero de 2013

La llaga de Dickens

"-No, señor, no vacilo- replicó Nancy, después de un momento de lucha interior -; estoy encadenada a mi antigua vida; la maldigo y la odio ahora; pero no puedo abandonarla. He ido demasiado lejos para volver atrás, y sin embargo no sé lo que me pasa...."



Libro: Oliver Twist
Autor: Charles Dickens
Año: 1837

Edición: Jackson
Año de edición: 1946


Tengo un amigo que me dijo que la película Lo Imposible le pareció la cosa más cursi del mundo. Yo dentro mi racionalidad, puedo coincidir.

Sin embargo, le traté de explicar que no importa bajo qué contexto, con qué calidad narrativa, en Tailandia o en Miami, si se me presenta una historia en la que hay niños sufriendo, yo me compadezco hasta el fin, y me nublo... me nublo.

Por ejemplo, Un cuento americano. Aquella comiquita de un ratón que se iba con su familia de Rusia a América, esa traumática historia me perseguirá por siempre. En Ciudad de Dios me iba dando un ataque con Zé Pequeño de niño y su imposibilidad de cambiar porque "el mundo lo hizo así". La Princesita, una niña cuyo pasado como princesa es pisoteado a raíz de la muerte de su padre y es condenada a vivir en un orfanato como criada.

¿Ya ven hacia donde me estoy dirigiendo?

Oliver Twist gira alrededor de los padecimientos de un niño que es maltratado por la vida una y otra vez; y él, en su estoicismo, muerde el polvo, una y otra vez. Esta historia para mí fue un tiro al piso.

Y la verdad es que Dickens es curioso. Después de someter a Oliver a tanto sufrimiento, y después a Nancy, y después a Rosa, y a Carlitos; una, en su cinismo post-moderno, no puede evitar sentir que este señor estaba carcajeándose cada vez que hacia pasar hambre y frio a estos personajes. Y no me extraña. Uno de los placeres culposos de Dickens era visitar la morgue de Londres y observar a los cadáveres. Lo llamaba "la atracción por la repulsión".

Es un genio, algo morboso, pero un genio.

No solo por la delicadeza con la que lo vemos describir con gozo ese tristísimo panorama, sino que además, los personajes una vez más como en Macbeth, incluso siendo niños, están claros del rol que ejercen y del sufrimiento que viene con ese rol. Nancy, para mi el mejor de todos, personifica justamente esto. Una niña convencida de que su destino es el sufrimiento y que por eso no duda en rechazar las posibilidades que le ofrecen de salir de su desafortunada situación.

Sé que podría estar mejor, pero no lo estaré. Padeceré aqui, con mi captor. Naguará de sindrome de Estocolmo. Nancy, una de las primeras víctimas de violencia domestica glorificada.

Ahora bien, todos estos juicios los hago ahora. Si hubiese estado juzgando la historia mientras la leía desde esta perspectiva, quizá no lo hubiese disfrutado tanto.

Así que lo primero que debe uno hacer, aunque parezca obvio, es removerse los lentecitos de la modernidad, y adentrarse en la enorme llaga que es esta historia. Removerse dentro de ella. Llenarse las rodillas de lodo, arquear nuestras cejas trágicamente, ponernos un gorrito y pedir siempre más avena.


Nota:
Polanski tambien hizo una version de Oliver Twist en 2005 con Ben Kingsley como Fagin. IMDB le da unas cuantas estrellitas. Si ya estamos en modo morboso, vámonos con el mas morboso de todos. Una vez mas, el señor Roman.

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