jueves, 10 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

La mejor manera de estar seguros de que seguimos siendo los niñitos que fuimos hace años es sorprendernos ante la fuerza de un recuerdo desencadenado por un aroma, una melodía, una sensación, cualquier cosa; esa especie de estímulo pavloviano que hace que retrocedamos... y nos sintamos exactamente como nos sentíamos. Conozco a alguien por ejemplo, que no puede escuchar una canción de Enya sin erizarse, le tenía terror de chamo al "sail away, sail away, sail away". Pero en caso de ser un buen recuerdo, pues... no pretendo sonar ridícula, pero qué poesía de momento es ése... mágico.

Desde hace días he tenido la sensación de melancolía que viene cuando llega diciembre y veo que no me siento tan emocionada como antes... me da dolorcito pensar en cuánto esperaba navidad hace tiempo y ahora, diciembre es como si fuese agosto.

Hoy, sin planearlo, terminé con mi mamá en la iglesia de La Guadalupe... Yo, reacia, obviamente en principio a asistir a estas cosas por aquello de que uno no es religioso, cosa que últimamente se ha convertido en una moda más que en una convicción, y en mi caso en un hábito antipático-automático de rechacito por el tema. Sin embargo, hoy decidí que no iba a predisponerme, a ver qué pasa. Entro. Ahí está Cristo, el sangrero, los ojos volados, el miedo que eso me da, las vírgenes, el altar, y pues nada, me siento en uno de los bancos. Hay un coro... ¿qué es esto? Agarro el programa que me dieron en la entrada y leo: "La Navidad en México". Ah, es un evento de la Embajada de México... son villancicos mexicanos. Me percato entonces de que afuera hay una piñata y me percato también de que estos villancicos tienen algo diferente. Les presté atención, no se bien porqué, pero les presté atención. La predisposición y la actitud de not-convinced desaparecieron.

El concierto termina y de repente, una simpática señora me pasa una velita. "Para pedir posada" me dice. Camino hacia afuera con mi mamá, y de repente, todo el mundo está aglomerado, con una velita en la mano; niños, viejitos, parejas, mexicanos y venezolanos. La tradición en México aparentemente es cantar una canción para "pedir posada" simulando lo que tuvieron que hacer María y José. Unos piden y otros reciben. Yo terminé con mi mamá sin darme cuenta entre este gentío. De repente, empiezan a cantar una canción.

Sentí un hueco en el estómago. Yo he escuchado esto antes... pero ¿dónde? Me acorde entonces de que era una canción que aparecía en la película de Disney de 1945 "Los Tres Caballeros", que sonaba justo cuando Donald viajaba por México. Recuerdo los rechonchos muñequitos que pedían posada y recuerdo que la canción me daba ganas de llorar. Obvio: lo siguiente que ocurrió es que se me aguaron los ojos, de la misma forma cómo se me aguaban cuando tenía 5 años, y sentí el mismo vuelco que sentía cuando venía diciembre y prendían la cruz del Ávila, y veía el San Nicolás del CCCT, y olía el pino de navidad, y jugaba con los muñequitos alemanes de madera que se guindan en el árbol, y colocaba cada pieza del nacimiento como si fuese de oro, y me sentía inexplicablemente feliz, no por los regalos del niños Jesús... sino porque como me pasó hoy, me parecía increíble que tanta gente se reuniera en un lugar para compartir una velita y una canción.

... diciembre no es agosto, y menos hoy.




PD: No lo pude resumir! La canción está al principio, el resto es cómico.

2 comentarios:

nico dijo...

Tenía como 15 años sin ver esto.

araya dijo...

a mi me pasa mucho eso!!!
especialmente con la navidad.
y tambien con orinoco flow, curiosamente. la primera vez que la escuche fue en el planetario y estaba de la mano de mi papa.
no se, esos feeling aislados, que tienen que ver con olores y sonidos pero no específicamente eso. qué preciso. feliz navidad.