sábado, 29 de septiembre de 2007

Somos Crusoe. Somos Viernes



Solo, absoluta e irrefutablemente solo, empieza a darse cuenta como nunca antes de su propia existencia, solo. Solo, con las uvas de playa, solo con la arena, solo con el musgo. Escribe. Y mientras escribe más se percata de que pronto va a perder la cordura. Solo, busca su alimento, y solo alucina. Solo, se baña en el mar, y solo construye su choza. Solo sin companero alguno pasea por la isla y encuentra el prado más verde y especial que ha vista en su vida, huele las flores, sin cliché alguno, y sonríe. Solo, sin compañera alguna, a la que por cierto extraña de sobremanera, decide hacerle el amor a la tierra.

Estando solo empieza a perder la cabeza.Piensa y reflexiona sobre la manera mas idonea de quitarse la vida.

Hasta que llega Él. Llega Él y nuestro hombre no sabe ya como relacionarse con otros iguales a el. Pero aprende. Aprende a desgranar el maiz acompañado, a cortar el monte acompañado, a hablar acompañado, a bañarse en el mar acompañado. Y día a día mantiene un diario con todas las conjeturas coherentes algunas y otras no tanto que bailan en su cabeza.

Sola, paso las páginas con el corazón palpitante, y sola de frente al mar, me entrego por completo a una historia inspiradora, trágica, grotesca y hermosa. Sola me siento como Crusoe, pacífica y neurótica, y acompañada de vez en cuando de Viernes esporádicos, me río y no me hago adicta de mi "Crusoeidad". ¿Qué mejor que ser Crusoe y Viernes a la vez?. Solo y acompañado. Igual de cómodo.

Mi libro preferido lo leí en la playa. Gracias a Michel Tournier, por "Viernes o los limbos del pacífico".

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