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Supimos que el desgaste había sido inminente en el momento en que nuestro color se volvió de blanco a "percudido", de negro a color ceniza, de colores vivos a los colores de las paredes de las oficinas públicas. También supimos (o supe) que en el fondo, mis colores eran palpitantes, pero que entonces nos estaban encandilando. La disminución de tono fue inevitable, no sólo por nosotros sino porque las luces que brillaban sobre nuestras cabezas durante los meses aletargados del verano no enfocaron nuestro lado bueno, y esos colores bajo esa luz.. no hacían juego con la melodía que sonaba cada vez que compartíamos miradas y palabras.
Jamás pensé que algo como el desgaste iba a ser tan cambiante que un día me parecería absolutamente trágico y otro día me parecería absolutamente equilibrado; un desgaste sin tristeza. Un desgaste con confianza que nos hace valorar el pasar de los días color tornasol, que no son terribles pero que tampoco son llenos de júbilo extasiado... cosa que no busco yo particularmente. He aprendido a valorar estos días en los que cambio el tí por el té... el pensar añorante y ya para mí sin sentido, por el pensar de la sonrisa tranquila. Días mágicos de detalles pequeñitos. Terroncitos de azúcar para el alma. Una canción. Un tuqueque. Un niño que se reía. Una sonrisa de cualquiera. Una mirada de alguien que no conoceré. La sorpresa de sentir cosas todavía... soñar con lo que sea. Pensando todos los días en la intensidad de nuestros tonos, pero sin melancolía, dejando llegar otros nuevos... tonitos cachorros, pues, que no se asemejan en nada con los señores tonos que conocemos ya, pero que tampoco tienen que asemejarse.
... todo va bien.
Así que salud, por lo que sea que pase con nuestras cabezas calentadas por el sol multicolor, que sigue siendo el mismo allá que acá.
Jamás pensé que algo como el desgaste iba a ser tan cambiante que un día me parecería absolutamente trágico y otro día me parecería absolutamente equilibrado; un desgaste sin tristeza. Un desgaste con confianza que nos hace valorar el pasar de los días color tornasol, que no son terribles pero que tampoco son llenos de júbilo extasiado... cosa que no busco yo particularmente. He aprendido a valorar estos días en los que cambio el tí por el té... el pensar añorante y ya para mí sin sentido, por el pensar de la sonrisa tranquila. Días mágicos de detalles pequeñitos. Terroncitos de azúcar para el alma. Una canción. Un tuqueque. Un niño que se reía. Una sonrisa de cualquiera. Una mirada de alguien que no conoceré. La sorpresa de sentir cosas todavía... soñar con lo que sea. Pensando todos los días en la intensidad de nuestros tonos, pero sin melancolía, dejando llegar otros nuevos... tonitos cachorros, pues, que no se asemejan en nada con los señores tonos que conocemos ya, pero que tampoco tienen que asemejarse.
... todo va bien.
Así que salud, por lo que sea que pase con nuestras cabezas calentadas por el sol multicolor, que sigue siendo el mismo allá que acá.