Década ridícula donde como en la adolescencia, las estupideces se amplifican. Pellejitos arrancados de los dedos por una ansiedad que parece malcriadez. Estos veinte que uno juró haber pasado porque uno cree ser más maduro de lo que es. Saturnazo, maldito indeciso. Mirada de reojo de los 15 a los 23. Peor porque sabemos que somos idiotas ahora más que antes, peor porque sigue importándonos que nos vean como idiotas, peor porque entonces nos mentimos al decir que no es así, que no nos importa. Peor porque irrita ver que somos la década de la gente que hace las cosas por decir que las hizo. Peor por todos los "malos" a juro. Peor por lo peor que se sienten. Flashbacks de alguien que fuimos y claridad al menos en lo que no queremos ser. Peor por el ego. Peor porque somos vanidosos con una pseudo-conciencia. Peor porque parece que hubiese sido todo más fácil si hubieses sido un poquito menos habladora, un poquito menos payasa, un poquito menos rimbombante. Mejor si hubiese sido el tímido y el callado. Mejor porque cada día es más evidente que hay que pasar esto. Mejor porque nos decimos "un día a la vez". Mejor porque crecer es chévere. Mejor porque cada día es una nueva oportunidad para decir
fuck it, señores.
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