jueves, 3 de noviembre de 2011

El honesto 26

Si me dieran un bolívar por cada vez que aparezco en este blog diciendo: "Sé que he estado ausente, estoy en un momento de poca inspiración, no tengo tiempo, qué cagada, lo juro que volveré", no sería millonaria, pero probablemente pueda comer fuera en Caracas durante una semana (que es casi como ser millonario). 


La inconsistencia y la falta de seriedad son mis molinitos de viento. Eso lo sé.


Anyway. En otro de mis intentos por volver con ustedes (y conmigo), estuve jurungando notas que no había subido, o que tenía que editar, o que estaban perfectamente listas pero que por idioteces decidí no publicar. Como por ejemplo la siguiente.


Hace un año y piquito se aproximaban las elecciones parlamentarias del 26 de Septiembre, había un aire de "todo el mundo sonría y vote y cállese la boca", la desesperación de tener alguna posibilidad de cambio era tal que uno podía sentir que una crítica podía desmantelarle el sistemita a muchísima gente que aseguraba confiar en los candidatos. O bueno, al menos eso sentí yo. Ante esa presión, escribí algo y por no ir contra el mood general, no lo publiqué. 


No es gran cosa, pero para mí fue un momento muy adolescente, de peer pressure total.


Hoy, un año después y en cercanas vísperas de próximos procesos electorales: ¿somos los mismos?


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Caracas, 22 de Septiembre de 2010.

Este es un mensaje para los que fingen no dudar. Quienes no duden, pues bravo!

Yo quiero que nos sinceremos.

Quiero que nos dejemos de poses que busquen demostrarle a los demás que somos "especiales" y que somos alegres y que nos caracteriza una gran calidez humana, cuando en realidad hoy, podemos picar el aire con un cuchillo de lo violentos y alejados que estamos.

Quiero vernos con la cara realmente metida en el barro, reconocida en el barro, aprendida desde el barro y callada desde el barro. Pero lo que veo es un gran desastre cubierto con margaritas y guirnaldas, como si las canciones y los videos graciosos pudiesen tapar lo triste que será votar este Domingo 26.

Quiero que hablemos del gran elefante que hay en la habitación: nuestras opciones son espantosas, así que dejémonos de actos y fanfarrias, votemos y ya.

Porque una vez que nos digamos esto de frente y nos miremos a los ojos, pondremos nuestras manos en las rodillas y nos levantaremos más preparados para lo que viene, ya que no estaremos tratando de creer algo que no es verdad.

No niego que haya gente que genuinamente piense que nuestros candidatos son la mejor opción, pero joder, puedo apostar que hay más gente que cree lo contrario y votará igual, como yo; con los ojos cerrados, con una verguenza pesada y con una elegante resignación, que bajo ningún concepto significa tirar la toalla, sino jugar con las piezas que hay para intentar acercarnos a alguna versión de jaque mate.

Este voto no va a ser un voto alegre y mientas más negación haya y menos espacio para los que piensan así, más deprimente y pastosa será la situación. Porque no sólo es objetivamente complicada, sino que además me quieren decir que Antonio Ledezma y Enrique Mendoza son nuestra cereza sobre el pastel. Me quieren mirar a la cara y decirme que esto es lo mejor que pudimos hacer. Gente que conozco y que sé que piensa así, cree por alguna razón que el remedio a la depresión colectiva es negar que son patéticos y sacar una triste alegría de donde no la tienen.

¿Que estamos arrechos, hartos, cansados, adoloridos, hastiados? Claro que sí, entonces úsemoslo. Los venezolanos somos más inteligentes de lo que creemos, y no hace falta mentirnos descaradamente y fingir satisfacción. Si algo nos tienen que enseñar estas elecciones es que los candidatos no pueden ser vendidos como trapitos calientes, porque en lugar de aminorar el hastío lo amplifican, porque la gran mayoría piensa en el fondo:

¿De verdad? ¿ENRIQUE MENDOZA? Tanto manoteo y tanto "debate" y tanta consigna en las marchas ¿POR ENRIQUE MENDOZA?

Entonces, reconozcamos la patética situación de nuestras opciones y con este reconocimiento miremos hacia adelante, créanlo o no, con confianza, con honestidad y con los brazos verdaderamente abiertos.

¿Que hay que hacerlo? Sí. Hay que hacerlo, los votos importan e importarán. Pero no me digan que me entusiasme, no me hablen más de la cuenta, no me idealicen estas elecciones. Mientras más honestos seamos con nosotros mismos, mejor.

1 comentario:

Mila Jotovich dijo...

siempre la honestidad va a ser original, por obvias razones.

saludos desde la perla del caribe, destino en voga de la insignificancia encarnada en tourists nacionales.