No pienso dar ninguna explicación, he hecho eso desde que tengo más o menos ocho años y me niego a continuar. Hay ciertas personas con las que automáticamente, sin necesidad de que la conversación dure más de dos minutos, sientes que tienes que dar más explicaciones de las que usualmente das, no necesariamente porque la persona sea completamente estúpida y cerrada, sino que la inteligencia que creen tener, y de la cual se jactan, hace que piensen que absolutamente TODO lo que otros digan tiene que ser refutado... como si ceder fuera un latigazo en su orgullo e integridad, una parte de ellos mismos que se diluye, porque alguien dijo algo que quizá tenga más sentido de lo ellos dicen.
Conozco a alguien así...
Las conversas resultan agotadoras, agotadoras porque se te olvida lo enriquecedor que puede ser una buena conversación y lo único que puedes pensar es: "Dios... ya me dí cuenta de tu punto, y ya me dí cuenta de lo transgresor que quieres ser, YA!"
Hablar por hablar.
Todos lo hacemos... y a mí me pasa que cuando lo hago, siento una incomodidad HORRIBLE. Lo hago bastante, para evitar que piensen que soy odiosa o que no tengo opiniones fuertes. Acabo de salir de donde estaba para hacerlo y volví a seguir escribiendo! Tuve que encontrarme con alguien que lo hace para darme cuenta de lo horrible que es.
No siempre tienes que decir algo. No siempre tienes que tener un punto... y no siempre hay que impresionar a todos con nuestra lucidez y con nuestro ingenio. No todo tiene que ser cuestionado...sobre todo cuando estás hablando con alguien interesante, y te olvidas de él para darle curso a tu lengua sentenciadora.
domingo, 19 de agosto de 2007
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