jueves, 17 de enero de 2013
martes, 15 de enero de 2013
domingo, 13 de enero de 2013
Macbeth y mis confesiones
"¡El hedor de la sangre aún llega aquí!
¡Ni todos los aromas de la Arabia podrían perfumar a la mano mía! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!"
Libro: Macbeth
Autor: William Shakespeare
Año: 1623
Edición: Aguilar
Año de edición: 1976
Prólogo y notas a cargo de: José Méndez Herrera
Esta sensación es inigualable. Si cosas tan sencillas como cumplir el objetivo de leer a un autor al que le tenía cuidaíto por su complejidad pueden hacerme sentir tan satisfecha, el 2013 no pinta nada mal. Supongo que son aquellas pequeñas cosas...
Me lo tomé con muchísima calma a pesar de ser un texto no muy largo. Estuvo bien porque hacen falta varias sentadas tranquilas para entender el verbo de este señor. No fue fácil. Y en pro de la honestidad que debería tener todo este proyecto, debo confesarme.
Me acompañó un link de Wikipedia en casos de emergencia. Véase: "No entiendo esto. Por qué le dijo eso? Cómo que Siward??... No, pero yava yava, pero Macbeth tenía hijos? Quevainaesestanoentiendocoño!!!!
Cada vez que, a pesar de leer las notas al pie y a pesar de releer, no entendía algo, abría con cuidado el link y sin adelantarme nada de la historia, buscaba un poquito de luz. Me ayudó y lo agradecí.
Es difícil hacer un comentario sobre Shakespeare que no parezca un mal reflejo de lo que muchísima gente ha hecho con mucha más pericia y conocimiento a lo largo de los años. Pero este proyecto no se trata de inventar aguas tibias ni de deslumbrar con inesperadas trascendencias. Así que si espera usted leer algo que no haya pensado antes al leer Macbeth, vaya abriendo su facebook.
Creo que lo que más me llamó la atención de esta historia (y esto es algo que probablemente esté siempre presente en Shakespeare), es que nunca dejó de existir un trasfondo moral clarisimo, que hacía temblar y dubitar hasta a los más perversos. Una concepción tan presente del bien y del mal que hace a todos los personajes, no solo conscientes de sus actos, sino abatidos en su propia dualidad. Cometen el crimen, sabiéndose y sintiéndose inmorales. Ellos mismos se juzgan.
Y por esa razón quizá, Macbeth y Lady Macbeth nunca dejaron de sentir remordimiento. El mismo remordimiento que se manifiesta en la imagen más brutal y hermosa de la obra... Lady Macbeth entre la vigilia y el sueño lavando la sangre de sus manos. El mismo remordimiento que se revela en los fantasmas que acosan al rey. El mismo remordimiento que busca sosiego en las tres brujas, el horóscopo de Macbeth.
Lo importante es que al final, con una poesía única, Macbeth asume su fortuna con guáramo. Y abraza sus ambigüedades.
Lo importante es que al final, con una poesía única, Macbeth asume su fortuna con guáramo. Y abraza sus ambigüedades.
Son personajes debatiéndose constantemente, a momentos incluso pareciera que fuese una fuerza externa la que ejerce poder sobre ellos. No recuerdo en Otelo a Yago en este peo. Quizá si lo estaba (edúquenme, plis).
Bueno, el paso siguiente y aprovecho para añadirlo al proyecto, es ver una adaptación al cine de los títulos leídos (si existiesen). En este caso, veré hoy la versión de Macbeth de 1971 de Roman Polanski. Les avisaré qué tal.
Próximo libro, continuando la línea inglesa: Charles Dickens "Oliver Twist"
Gracias por leer!
martes, 1 de enero de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)