La negación es uno de los disparadores fundamentales. Hay una señora mayor, cuya madre se suicidó cuando ella tenía 6 años. Se metió al mar con una guitarra y se ahogó. Lo primero que le dijeron a la señora (la niña, entonces) es que la mamá había tenido un infarto. Primera negación.
La segunda negación fue a los 9 años. La familia desde el principio había sido muy acomodada y acaudalada. Al morir su madre y posteriormente a los 9 años, su padre, el dinero se acabó. La niña se quedó con su abuela, quien bajo ningún concepto estaba dispuesta a perder el status social que tenía la familia cuando eran ricos, por lo que la niña fue a uno de los mejores y más caros colegios de la ciudad.
Una noche, la niña escuchó a su abuela decir en silencio por el teléfono que no tenía dinero para comprar caraotas. Al salir la abuela de su casa, la niña le preguntó que si eran pobres, y su abuela... lo negó.
Paulatinamente, la niña fue viviendo dos realidades paralelas. Desconectadas. Esquizoides. Hoy la señora no diferencia la realidad de la mentira por todas las veces que le negaron lo que veía.
¿Qué puede ser más desconcertante que el no reconocimiento de lo que has visto, sentido, y vivido en general? ¿No te puede volver absolutamente loco?
Por esa razón, la mente se problematiza tanto cuando una persona niega la existencia de un acontecimiento trascendental. A veces no hace falta ni siquiera la negación, sino sencillamente la actitud desinteresada hacia algo que consideramos valioso.
Nos pasa viendo la tele, escuchando a Chávez, discutiendo con personas cercanas... Por eso la sensación de vivir en un país virtual, de tener relaciones virtuales, y de consecuentemente sentir que somos virtuales y evidentemente, locos.
La negación tendrá un efecto más devastador mientras más fuerza le otorguemos al sujeto que niega. Por lo tanto, yo hoy, me niego a seguir haciendo eso.
Nos pasa viendo la tele, escuchando a Chávez, discutiendo con personas cercanas... Por eso la sensación de vivir en un país virtual, de tener relaciones virtuales, y de consecuentemente sentir que somos virtuales y evidentemente, locos.
La negación tendrá un efecto más devastador mientras más fuerza le otorguemos al sujeto que niega. Por lo tanto, yo hoy, me niego a seguir haciendo eso.