Un golpe al bombo... otro al redoblante... dos golpes al bombo... otro al borde del redoblante.
A veces me pongo los audífonos...
El redoblante está al mismo ritmo que mis parpadeos. Este camino por la autopista ya no es sólo eso, es una película. Una toma que se aleja del autobús y lo enfoca desde lejos. Una toma típica. Una historia. Un soundtrack. Estoy en un video de mùsica... estoy en un video de música, porque mis ojos se mueven al ritmo del bombo, y los buenos videos son así... las buenas películas, la buena mùsica. Los pasajeros de este autobus están maquillados con una suerte de ilusión, porque cuando me pongo los audífonos, todos me parecen interesantes, todos forman parte del video, todos tienen ganas de llorar, todos están inspirados, todos están soñando, y todos son personajes de este sitcom loco, al que hoy, particularmente, le toca la parte inspiradora, la parte en la que hay música diferente. Es que tengo la certeza de que en cualquier momento, se va a abrir el cielo, porque sí, porque eso es lo que pasa en las películas, no hay nada que no tenga un objetivo o un momento estelar. Este es mi momento estelar. Este espacio de 3 minutos en el que la canción pintó todo, e hizo que todos sintiéramos que somos pedazos elementales en el universo. Gracias, audífonos, gracias corcheas y semi corcheas y negras y blancas.
Gracias, Lennon. Gracias, Syd Barret. Gracias, Sabina.
Gracias, señores pasajeros.