domingo, 3 de abril de 2011

invernadero.

Esto es como la casita que armábamos con dos sillas y una sabana en la sala de la casa. Es aquel juego de cocina con piezas de plástico: pancitos, tacitas y vegetales.

Aquí pagamos cuentas, hacemos nuestros mercados, saludamos a los vecinos... tenemos responsabilidades. Aquí reciclamos y leemos el periódico y comemos sano, suspirando a momentos por nuestra recién lograda y aparente independencia. Satisfacción, adultez al fin. Hablamos de política sin avergonzarnos y nunca nos cansaremos de comentar sobre el inmenso privilegio de caminar por las calles a las 3 am.

Patinamos con nuestras semi-crestas al aire (llevar una completa es demasiado ponketo), admiramos el atardecer y lo registramos en nuestra recién comprada cámara lomo mientras discutimos a Michel Gondry y a Spike Jonze. Vintage empaquetado.

Somos los chicos del Carpe Diem, del Yoga y el Skate. Con un par de lentes wayfarer y una actitud planificadamente despreocupada somos ciudadanos del mundo, abiertos y amigos de mil más con los que coreamos Redemption Song... aunque las birritas nos las tomemos con nuestra gente, claro que sí, papá, pura sabrosura caraqueña.

Ya no inconformes sino relajados, todo cool, pura vida, molt bé. La India, Bali, Londres, París y Berlín.

"Tú qué haces?"
"Un curso de fotografía experimental, y tú"
"Hago un máster en estudios avanzados de la contracultura"
"Ah, tipo Sex Pistols y tal"
"Sí, exacto"

Padres de las ofertas de comida vegana barata, reyes y reinas del Kebab, masters de Cadivi. Dueños y creadores de este universo nuestro y de nadie más.

Llevamos ying-yangs en un brazo y un bio-hazzard en el otro. No hay contradicción, somos integradores de lo inintegrable porque sí y ya.

La soledad... es que aquí nadie está solo, todos nos acompañamos, todos con todos. Alguna noche nos da por mirar al techo, dudar un momento y sentir un sustico por la incertidumbre, por la nostalgia, por el desapego, porque hay algo que no está encajando, una lagrimita se asoma desde la garganta haciendo un ruidito...

Suena un ringtone y ya está, menos mal. De eso nos ocuparemos luego, por ahora a comprar un ensaladera con las remesas que vienen los Giménez a cenar.